El velo de la novia
En los terrenos altos de la planta hidroeléctrica
de Texolo, lugar cercano a la actual ciudad, existe una caída de agua a la que
el pueblo llamada el velo de la novia. Y se cuenta que esa caída fue creada por
un joven ingeniero, en los últimos años del siglo XIX.
Ese ingeniero se enamoró y fue correspondido
por una Xiqueña que radica en el barrio de Tolintla. Era una mujer joven y
hermosa, por ello los enamorados pronto
pasaron del noviazgo al compromiso
matrimonial. Ella, influida por sus ideales románticos, le pidió al novio que
el velo de su traje nupcial fuera tan grande como su amor; el novio le prometió
que así seria.
Pasaron las semanas y un mes antes de la
boda, el novio viajo a una ciudad grande para adquirir el traje de novia. Así, recorrió
las mejores casas de modas y las tiendas de adornos hasta que encontró lo que más
agradaba a su entendimiento para poder cumplir el anhelo de su prometida. Con
el transcurso de los días el ajuar de novia estaba adquirido y el pretendiente
de regreso a la entonces Villa de Xico.
Mas en esta localidad la desgracia, antes que
él, había llegado a la casa de su
prometida; a su regreso la encontró moribunda, atacada de fiebres constantes e
incurables. Sin embargo en la agonía, aquella joven deliraba con el velo
nupcial y todos los detalles ligados a la fecha de sus esponsales. Y en
estas circunstancias, al tomar la mano
del prometido, la desventurada enamorada le dijo antes de entrar al sueño de la
muerte: “Quiero que mi velo sea admirado
por muchas de las generaciones
venideras”. “así será”, respondió el novio, agobiado por tanta pena; su
rostro era el retrato más completo de la tribulación; y sumido en ese letargo,
después de algunos minutos, el prometido cerro por última vez los ojos a quien
había escogido para compañera de su vida.
Los funerales fueron grandiosos, miles
de flores adornaron el altar y cubrieron
la tumba en el antiguo cementerio; las honras fúnebres posteriores dejaron
recuerdos inolvidables como el constante trinar de pájaros en el barrio de
tolintla, palabra náhuatl que significa “lugar de pájaros pequeños”, y la
sensación de melodías románticas traídas por el suave viento que tal parecían
provenientes de la gran montaña de Naucampatepetl.
Por todo ello, el ingeniero, que guardaba en
su corazón la promesa de amor, planeo con esmero el anhelo de su novia. Y hoy,
cuando esa caída de agua lograda con su escalera de peldaños de pierda es limpiada
y arreglada en tiempo en que abundan el agua un gran velo blanco se deja caer
bajo el tupido ramaje de los encinos, recordando con ello esa viaja promesa en
honor a un amor inolvidable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario